Hay muchas teorías sobre cuándo y dónde nacieron los seguros, lo que está claro es que surgieron con un espíritu solidario.
En sus comienzos, existían formas de seguro no monetarias sin bases técnicas ni jurídicas, con un sentimiento de solidaridad ante el infortunio y como mecanismo de minimización y distribución de riesgos.
En la Edad Antigua, en Babilonia aseguraban con préstamos las caravanas de mercaderes, ante los robos y asaltos, siendo éstos reembolsables si la expedición acababa felizmente.
En la Edad Media, se dieron también formas muy primitivas de seguro, una de las muchas y diversas fórmulas de asegurar riesgos que se dio, consistía en realizar acopio de cuotas de cereales en graneros de templos religiosos, o de señores, ya que una de las funciones sociales que cumplían estos acopios, era su distribución en tiempos de malas cosechas o penuria entre aquellos granjeros que hubiesen aportado su cuota.
El primer sistema de aseguramiento propiamente dicho, conocido documentalmente, es el seguro marítimo que aparece en el Mediterráneo durante la Edad Media, como consecuencia del desarrollo del comercio marítimo. Se trataba de una manifestación de seguro privado, con un afán de lucro de los aseguradores.
Con el pago de primas a los aseguradores, aquellos que sufriesen el daño asegurado, podían recuperar total o parcialmente la pérdida económica que ese daño hubiera podido originar.
Ya en los siglos XVII y XVIII, surgen en Inglaterra las primeras compañías de seguros de una manera muy similar a como las conocemos actualmente.
La moderna sociedad industrial, obliga a la búsqueda de protección mediante fórmulas legales contra los riesgos personales y patrimoniales derivados del progreso tecnológico.[
Esto ha ido evolucionando a lo largo del tiempo, y hoy podríamos decir que existen casi tantos tipos de seguros como posibles riesgos, de esta manera, con una pequeña cuota logramos tener cubiertos riesgos económicos infinitamente más altos.
